Carta a nadie.

Podría decirte mil cosas bonitas, pero no lo hago porque no las siento. No me dejas sentirlo, y de cualquier manera en estos momentos de mi vida no podría. No me gusta y no quiero ser una más. No lo soy. Sé que muchas te dirán cosas parecidas, pero hay algo de ti que me atrae demasiado, algo que me dice que entre tú y yo hay potencial. Aunque este no es nuestro momento, va a llegar. Yo soy algo impaciente pero no lo estaré esperando, sólo deseando. Como cuando cocinas un pastel y deseas el momento de probarlo, pero no lo esperas, porque estás disfrutando mientras lo preparas. Ese momento en el que saboreas el pastel, en el que suceda lo que tenga que suceder entre nosotros, llegará. Y antes de eso tú también estarás deseándolo.

Me besarás y vas a pensar que no quieres besar a nadie más. Te va a gustar y te vas a enganchar. Conocerás lo que es una adicción, y no sólo será a mis besos.  Déjate llevar, déjame entrar en ti. Tendré un lugar para ti, entra en mí. Déjame quedarme en ti, quédate en mí. Pero no lo hagamos hoy, porque hoy te quiero como se quiere a un objeto. Es egoísta, pero te veo y pienso que te quiero para mi. Créeme, tú también me quieres para ti. Tal vez pienses que estoy loca. Y sí, lo estoy. Pero tengo una ventaja: podría amarte con locura. Es arriesgado, porque podrías partirme el corazón o yo podría partir el tuyo. Eso no me importaría. Aunque a veces duela, prefiero vivir, sentir, y amar, a estar muerta. Puede que me equivoque. Tal vez tú nunca has pensado en mí. Sí es así, puedes asegurar que soy patética. Pero si has pensado en mi, entonces considera lo que te he dicho y espera nuestro momento. Y si no llega entonces podrás asegurar que soy una loca, patética, adicta al amor. Pero aún así, contigo o sin ti, él vendrá a mí.