martes, 30 de abril de 2013

Reía llorando.

Mi salvación esta noche fue acoplarme entre sábanas y cerrar los ojos para controlar mi turbia respiración. Lloraba como una niña a la que le quitaron su muñeca favorita o aquel niño que siempre quiso el automóvil de último modelo. Me retorcía y me tiraba a la cama como un boxeador agotado por ser golpeado y haber escuchado un último "knock-out" cuando aún tenía fuerzas.

Y aunque siga delirando con tus recuerdos, ninguno me bastará para volver a sonreír.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;