jueves, 2 de mayo de 2013

Melancólico.

¿Por qué soy tan patéticamente sensible?
¿Porqué me tomo todo tan a pecho?
¿Por qué siempre intento tragarme lo que siento?

Con tales preguntas prendí que las historias no se escriben solas, que necesitan de las palabras para que se empiecen a escribir. Que no todas empiezan con “Había una vez” ni terminan con un “Felices para siempre”, que algunas jamás pasan del prólogo, que “adiós” no significa el punto final. Que hay unas que las terminas de escribir con lágrimas y al volverlas a leer te das cuenta de que otra vez te harán llorar.

Que la historia comienza con un sueño
y por lo tanto
jamás debemos de dejar de soñar.

1 comentarios:

Unknown dijo...

acaso...soy al único al que le gustó esto..

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